¿Cómo descubrir la voluntad de Dios en mi vida? Una guía práctica desde la oración y la experiencia
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Descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida es una de las preguntas más profundas que un cristiano puede hacerse. No se trata solo de una curiosidad espiritual, sino de una búsqueda vital: ¿qué espera el Señor de mí? ¿Cuál es mi misión en este mundo? ¿Cómo puedo tomar decisiones acertadas que estén en sintonía con Su plan?
Acompañando a muchos feligreses en este camino. He visto lágrimas de confusión, pero también sonrisas de paz cuando, poco a poco, alguien comienza a discernir que sus pasos coinciden con el rumbo que Dios soñó para su vida.
Hoy quiero compartir contigo una experiencia personal que me marcó profundamente y que puede iluminar tu propio discernimiento.
Una historia que me enseñó a escuchar a Dios
Recuerdo una ocasión en la que un joven se acercó a mí después de la misa dominical. Su rostro reflejaba cansancio y un leve desespero. Me dijo:
—Padre, no sé qué hacer con mi vida. Tengo un buen trabajo, una familia que me apoya, pero siento que no estoy donde debo estar. ¿Cómo sé cuál es la voluntad de Dios para mí?
Su pregunta me tocó, porque muchos de nosotros, aunque estemos aparentemente bien, llevamos en el corazón ese vacío que nos susurra: “Hay algo más”.
Lo invité a sentarse y, en lugar de darle una respuesta rápida, le pedí que me contara qué le apasionaba, qué le quitaba el sueño por las noches, qué cosas le daban paz cuando las pensaba. Poco a poco, entre palabras entrecortadas y silencios, fue descubriendo que lo que más lo llenaba era servir a jóvenes en situación de calle.
Le sugerí que empezara orando todos los días con un corazón abierto y que no tuviera miedo de dar pequeños pasos en esa dirección. Le compartí una clave que siempre repito: “La voluntad de Dios se va revelando en el camino, no antes de caminar”.
Con el tiempo, aquel joven comenzó a colaborar en un grupo parroquial de ayuda social. Meses después, vino con una sonrisa distinta: ya no la del que busca respuestas, sino la del que encontró paz.
Ese testimonio me recordó que discernir no es resolver un acertijo, sino dejarse conducir con confianza.
Tres caminos para descubrir la voluntad de Dios
1. Escuchar su Palabra
La Biblia es una brújula que nunca falla. A través de ella, Dios nos habla de manera viva y actual. Cuando abrimos la Escritura con un corazón dispuesto, encontramos pistas, consuelo y fuerza.
El salmo nos recuerda: “Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” (Salmo 119,105). No se trata solo de leer, sino de dejar que la Palabra se convierta en diálogo, en espejo y en semilla que transforma.
2. Orar con el corazón
La oración no es una fórmula mágica para arrancar respuestas, sino un espacio de intimidad donde aprendemos a escuchar la voz del Señor. Orar con el corazón significa presentarse ante Dios con lo que somos: dudas, miedos, alegrías y proyectos.
En esa apertura sincera, el Espíritu Santo actúa, susurrando claridad donde antes había confusión.
3. Abrir el alma a la guía del Espíritu
La voluntad de Dios no se impone a la fuerza; se propone con suavidad. Por eso, es importante estar atentos a las mociones del Espíritu: esa paz interior que permanece después de una decisión, ese gozo que no depende de las circunstancias.
Como dice San Pablo: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3,17).
La libertad y la paz son señales de que caminamos en sintonía con la voluntad divina.
La paz interior: el sello de Dios
Uno de los signos más claros de que estamos en el camino correcto es la paz. No hablo de una ausencia de problemas, sino de esa serenidad profunda que nos sostiene incluso en medio de las tormentas.
Jesús mismo lo prometió: “La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo” (Juan 14,27). Esa paz es el sello de autenticidad del Espíritu.
La voluntad de Dios se descubre caminando
Si hoy te preguntas qué quiere Dios de ti, comienza por dar pequeños pasos: abre la Biblia, dedica un tiempo de oración sincera, escucha las mociones de tu corazón. No tengas miedo de equivocarte; Dios sabe reorientar nuestros pasos cuando nos dejamos guiar.
Así como aquel joven encontró paz sirviendo a los más necesitados, también tú descubrirás que la voluntad de Dios no es una carga, sino un camino de plenitud y libertad.
Confía: Su voluntad es siempre un proyecto de amor para tu vida.
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