¿Dios escucha realmente mis oraciones?
![]()
Después de más de veinte años como sacerdote, acompañando a tantas personas en sus caminos de fe, puedo decir con certeza que una de las preguntas más repetidas en los confesionales, en la dirección espiritual, e incluso en medio de la calle es:
“Padre, ¿usted cree que Dios escucha realmente mis oraciones?”
Y la entiendo. No porque me falte fe, sino porque yo también me la hice en algún momento de mi vida. Porque todos, incluso los consagrados, pasamos por momentos donde el cielo parece guardar silencio.
Pero a lo largo de los años, he sido testigo de muchas respuestas. Algunas milagrosas, otras inesperadas, y muchas silenciosas pero poderosamente transformadoras. Y por eso hoy quiero compartirte, como pastor y hermano en la fe, algunas certezas que he aprendido en carne propia.
Dios escucha: aunque no lo veas, Él te oye
La oración no es un monólogo que se pierde en el aire. Es un diálogo profundo entre tu alma y el corazón de Dios. No siempre verás resultados inmediatos, y eso puede doler, lo sé. He visto lágrimas de madres que oran por la conversión de sus hijos, jóvenes suplicando por un trabajo, personas que claman por sanación, y sienten que no reciben respuesta.
Pero te aseguro algo: Dios escucha. Siempre.
No hay oración tan corta, tan torpe o tan simple que no llegue hasta Él. Porque no se trata de las palabras, sino del corazón que las pronuncia. Y ese, créeme, Dios nunca lo ignora.
Dios responde… pero a su tiempo y a su modo
Aquí viene algo difícil de aceptar: Dios no siempre responde como nosotros queremos. Pero siempre responde como lo necesitamos.
Nuestro Dios no es un genio de lámpara que concede deseos. Es un Padre amoroso que conoce lo que necesitamos mucho antes de que se lo pidamos. Y a veces, lo que creemos urgente no es lo que más conviene a nuestra alma.
Jesús mismo nos lo dijo: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá” (Mateo 7,7). Pero esa promesa no es mágica. Es una invitación a la confianza, a la perseverancia, a la fe que madura con el tiempo.

La oración cambia las cosas… pero sobre todo te cambia a ti
Hay oraciones que sanan, otras que liberan, y muchas que no cambian las circunstancias externas, pero sí fortalecen el corazón para atravesarlas.
He acompañado a personas que no recibieron lo que pedían… pero encontraron algo mejor: paz, fortaleza, sentido.
Y en ese encuentro con Dios en la oración, aunque parezca que el mundo sigue igual, algo dentro de nosotros cambia radicalmente.
Cuando sientas que Dios guarda silencio, confía más fuerte
En mi ministerio he sido testigo de milagros: enfermedades que sanan, puertas que se abren, corazones que se reconcilian. Pero también he visto el milagro silencioso de una fe que no se rinde, de una persona que sigue orando con amor aunque no entienda.
Y créeme, ese tipo de fe también mueve montañas.
¡Sí, Dios escucha!
Hoy quiero decirte, desde lo profundo de mi corazón sacerdotal:
¡Sí, Dios escucha tus oraciones!
Incluso cuando parece que no. Incluso cuando todo grita lo contrario. Incluso cuando el silencio te pesa.
Sigue orando. No porque Dios necesite recordatorios, sino porque tu alma necesita ese encuentro diario con Él.
Y cuando menos lo esperes, descubrirás que no estuviste hablando solo. Que cada palabra, cada lágrima, cada suspiro fue escuchado, recogido y transformado por ese Dios que nunca abandona a sus hijos.
¿Quieres agendar una consulta de Orientación ESPIRITUAL?
¡Escríbeme!








