San Áquila: El Fiel Discípulo y Colaborador de San Pablo
San Áquila es una de las figuras más destacadas del Nuevo Testamento. Junto con su esposa, Santa Priscila, fue un discípulo ferviente de Cristo y un fiel colaborador de San Pablo en la evangelización del mundo romano. Su vida es un testimonio de amor por la Iglesia, hospitalidad y trabajo incansable por el Reino de Dios. Aunque no es tan conocido como otros santos, su legado sigue siendo un modelo para todos los cristianos.
Vida de San Áquila
San Áquila era un judío de origen helenista, nacido en el Ponto, una región en la actual Turquía. Era un hábil artesano de tiendas de campaña, oficio que compartía con su esposa, Priscila.
Durante el reinado del emperador Claudio, los judíos fueron expulsados de Roma en el año 49 d.C. (Hechos 18, 2), lo que obligó a Áquila y Priscila a trasladarse a Corinto, en Grecia. Allí conocieron a San Pablo, quien compartía su oficio y se alojó con ellos durante su estadía en la ciudad.
Pablo no solo encontró en Áquila y Priscila compañeros de trabajo, sino también hermanos en la fe. Juntos, colaboraron en la predicación del Evangelio, fortaleciendo las comunidades cristianas.
Cuando Pablo dejó Corinto para continuar su misión en Éfeso, Áquila y Priscila lo acompañaron y se establecieron en la ciudad. En Éfeso, desempeñaron un papel clave en la formación de Apolo, un judío elocuente y conocedor de las Escrituras, pero que aún no comprendía completamente la doctrina cristiana. La pareja lo instruyó con paciencia, ayudándolo a conocer mejor el Evangelio (Hechos 18, 24-26).
Más adelante, cuando la persecución contra los cristianos se intensificó, regresaron a Roma tras la muerte de Claudio. Pablo, en su carta a los Romanos, los menciona con gran afecto:
«Saludad a Priscila y Áquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a ellos no solo yo les doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.» (Romanos 16, 3-4)
Posteriormente, parece que volvieron a Éfeso, donde San Pablo les envía saludos en su segunda carta a Timoteo (2 Timoteo 4, 19).
San Áquila y su legado en la Iglesia
San Áquila y Santa Priscila representan el modelo de matrimonio cristiano comprometido con la evangelización. Fueron discípulos, formadores y hospitalarios, abriendo sus hogares para las primeras comunidades cristianas y arriesgando sus vidas por la fe.
Se cree que murieron en Éfeso, posiblemente como mártires, aunque no hay registros históricos precisos sobre su martirio. La Iglesia los recuerda con gratitud por su incansable labor apostólica.
Festividad
San Áquila es conmemorado el 8 de julio junto con su esposa, Santa Priscila. Su festividad es una invitación a reflexionar sobre la importancia de la vida laical en la Iglesia, recordándonos que todos, sin importar nuestra profesión u oficio, estamos llamados a ser discípulos misioneros.
En este día, se les invoca como patronos de los matrimonios cristianos y los laicos comprometidos con la evangelización.
Oración a San Áquila
Oh glorioso San Áquila, fiel servidor de Cristo y compañero incansable de San Pablo, enséñanos a vivir con la misma entrega y amor por la Iglesia.
Tú que abriste tu hogar para la comunidad cristiana, ayúdanos a hacer de nuestras familias un refugio de fe, esperanza y caridad. Tú que trabajaste con tus manos, enséñanos a santificar nuestra labor diaria, ofreciendo todo como un servicio a Dios.
Intercede por los matrimonios, para que, siguiendo tu ejemplo y el de Santa Priscila, vivan en unidad, fidelidad y entrega mutua. Danos un corazón generoso para compartir el Evangelio con valentía y para ser testigos de Cristo en cada ambiente de nuestra vida.
San Áquila, discípulo de Cristo y misionero del Evangelio, ruega por nosotros.
Amén.