Santos Inocentes
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Los Santos Inocentes son aquellos niños menores de dos años que fueron cruelmente asesinados por orden del rey Herodes en su intento de matar al Niño Jesús. Aunque no conocieron conscientemente al Salvador, sus vidas fueron arrebatadas por su causa, y la Iglesia los reconoce como mártires, los primeros que murieron por Cristo, aunque sin saberlo.
Su sangre inocente, derramada por odio al Mesías, se convierte en semilla de esperanza y símbolo profundo del valor sagrado de toda vida humana, especialmente la de los más vulnerables.
El episodio bíblico
La historia de los Santos Inocentes está narrada en el Evangelio según San Mateo:
“Herodes, al verse burlado por los Magos, se irritó mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores, conforme al tiempo que había averiguado de los Magos” (Mt 2,16).
Este acto brutal de Herodes, llamado la “Matanza de los Inocentes”, pretendía eliminar al recién nacido Rey de los Judíos que amenazaba su poder. Pero, guiados por un ángel, José y María huyeron con Jesús a Egipto, salvando así al Salvador.
Los niños de Belén, sin saberlo, murieron en lugar de Cristo, y por eso la Iglesia los honra como mártires por anticipación. Su muerte, aunque trágica, fue glorificada por Dios, y su memoria ha sido venerada desde los primeros siglos del cristianismo.
Fiesta litúrgica
La Iglesia celebra la memoria de los Santos Inocentes el 28 de diciembre, en el corazón de la octava de Navidad. Es una fecha que, aunque dolorosa, se reviste de sentido pascual, pues la sangre inocente se une al misterio redentor del Verbo encarnado.
Litúrgicamente, su fiesta se reviste de rojo, color del martirio, y la Iglesia nos invita a reflexionar sobre:
- La fragilidad de la vida.
- La injusticia del poder sin conciencia.
- La necesidad de proteger a los más pequeños.
- La gloria del martirio vivido desde la inocencia.
¿Quiénes son los Inocentes de hoy?
La memoria de los Santos Inocentes no es solo histórica, sino proféticamente actual. Ellos representan:
- A los niños víctimas de violencia doméstica, abuso o abandono.
- A los pequeños que mueren en guerras y genocidios.
- A los no nacidos que no llegan a ver la luz por causa del aborto.
- A los niños refugiados, sin nombre ni protección.
- A todos los que mueren sin poder defenderse.
Recordarlos es un llamado urgente a la conversión de nuestra sociedad, al respeto por toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, y al compromiso concreto con la justicia, la compasión y la defensa de los más débiles.
Inocencia y martirio
En la teología cristiana, el martirio es dar la vida por Cristo, con fe, amor y libertad. Pero los Santos Inocentes son mártires sin palabras, sin conciencia, sin elección, y aun así, la Iglesia los eleva a la gloria celestial, porque Cristo los hace partícipes de su cruz y de su resurrección.
Ellos son el símbolo del martirio puro, sin cálculo, sin mérito humano. Murieron por el odio que el mundo tiene a Dios, y por eso se convirtieron en testigos pasivos pero luminosos del Amor de Dios.
Herodes: el poder sin Dios
El rey Herodes representa el rostro más oscuro del poder sin fe, sin conciencia, sin misericordia. Temiendo perder su trono, ordenó la muerte de inocentes, revelando que el pecado no es una teoría, sino una fuerza destructiva real.
Herodes vive también en toda cultura que mata la vida para conservar privilegios, que sacrifica al débil por comodidad, que desprecia al inocente por considerarlo un obstáculo.
Frente a Herodes, los Santos Inocentes nos enseñan la fuerza del silencio, la dignidad de los pequeños y la victoria de Dios incluso en la muerte.
Patronazgos y devoción
Los Santos Inocentes son patronos de los niños mártires, de los no nacidos, de los recién nacidos, y de todos los niños en peligro. Muchas comunidades pro-vida los veneran como intercesores, y en diversos países existen hospitales, orfanatos y obras de caridad que llevan su nombre.
Además, son recordados en la liturgia como símbolo de la Iglesia perseguida y de todos los que sufren sin haber hecho mal.
Oración profunda a los Santos Inocentes
Oh Santos Inocentes,
pequeños mártires del Reino,
sin saberlo ofrecisteis vuestra vida
por el Salvador que apenas nacía.
Vuestras voces no se oyeron en la tierra,
pero resuenan en el cielo como canto de alabanza.
Vuestros nombres fueron olvidados por los hombres,
pero están escritos en el Libro de la Vida.
Interceded por los niños del mundo,
por los que viven en el miedo,
por los que no conocen el amor,
por los que no han nacido y ya son rechazados.
Orad por nosotros, para que nuestras manos
sean protectoras y no destructoras,
para que nuestras leyes defiendan la vida
y no justifiquen la muerte.
Oh gloriosos Inocentes,
testigos sin palabra,
ruegos sin voz,
lágrimas sin consuelo,
sed nuestra fuerza ante el mal,
nuestra pureza en medio de la corrupción,
y nuestra esperanza en los días oscuros.
Santos Inocentes,
primeros frutos de la Cruz,
rogad por nosotros.
Amén.








