Novena a Santo Domingo Savio
En el firmamento de la santidad juvenil, resplandece con singular brillo la figura de Santo Domingo Savio. Nacido en el seno de una familia humilde y profundamente cristiana, Domingo Savio fue un joven marcado por una fe viva y un anhelo constante de santidad desde sus más tiernos años. Su encuentro con San Juan Bosco marcó un punto de inflexión en su vida, encontrando en el Oratorio un hogar y un guía espiritual que supo cultivar las semillas de virtud que florecían en su alma. Esta Novena a Santo Domingo Savio es una invitación a acercarnos a su vida ejemplar, a meditar en sus virtudes y a pedir su intercesión para crecer en nuestro propio camino de fe.
A pesar de su corta existencia terrenal, Domingo Savio se erigió como un modelo luminoso de alegría cristiana, de piedad sincera y de entrega generosa al prójimo. Su lema, «Antes morir que pecar», revela la firmeza de sus convicciones y su ardiente amor a Dios. Con sencillez y entusiasmo, supo vivir cada instante con intensidad, buscando siempre agradar al Señor en sus estudios, en sus juegos y en su trato con los demás.
Que su espíritu joven y fervoroso nos inspire a vivir con alegría el Evangelio y a buscar la santidad en las pequeñas cosas de cada día. Que su amor a María Santísima, su devoción a la Eucaristía y su amistad con Jesús nos guíen hacia una vida plena y fecunda en el amor de Dios.
Oración inicial para todos los días – Novena a Santo Domingo Savio
Oh Dios misericordioso, que en Santo Domingo Savio nos regalaste un modelo admirable de santidad juvenil, de pureza resplandeciente, alegría contagiosa y fidelidad firme al Evangelio desde temprana edad, te damos gracias por haber obrado maravillas en su alma sencilla.
Te pedimos, Señor, que por su intercesión nos concedas la gracia de vivir con un corazón puro, generoso y valiente. Que como él, sepamos decirte “sí” cada día, con entusiasmo y decisión, rechazando el pecado y abrazando la virtud, aún en lo pequeño y cotidiano.
Santo Domingo Savio, discípulo fiel de Jesús, servidor alegre del Reino y amante tierno de la Virgen María, acompáñanos durante esta novena. Enséñanos a confiar en Dios en todo momento, a ser obedientes con amor, a servir con humildad y a irradiar la luz de Cristo en nuestras familias, escuelas y comunidades.
Ayúdanos a vivir con alegría el amor a Dios, a nuestros padres, maestros y amigos. Que aprendamos de ti a buscar la santidad sin temor, convencidos de que también nosotros podemos llegar al cielo siendo jóvenes, humildes y alegres.
Alcánzanos la gracia que necesitamos en esta novena (hacer aquí la petición), si es para gloria de Dios y bien de nuestras almas.
Santo Domingo Savio, ruega por nosotros. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Avemaria y un Gloria.
Consideraciones diarias – Novena a Santo Domingo Savio
Día 1: Amor a Dios sobre todas las cosas
Lectura recomendada: Mateo 22, 36-38
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”
Jesús le respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’
Reflexión:
Desde muy pequeño, Santo Domingo Savio entendió que el amor a Dios no debía ser un sentimiento pasajero, sino la fuerza que guía toda la vida. Su lema, firme y claro: “Antes morir que pecar”, revela su profundo deseo de no herir jamás el corazón de Dios.
Este amor no era miedo ni obligación, sino confianza, entrega y amistad. Domingo se acercaba a la Eucaristía con reverencia, hablaba con Dios como con un Padre cercano, y vivía cada día buscando agradarle, incluso en las cosas más pequeñas.
Hoy, en medio de tantas distracciones, Domingo nos recuerda que el verdadero sentido de la vida es amar a Dios con todo el corazón. Él nos enseña que no hay edad para ser santos, y que se puede amar con intensidad incluso siendo jóvenes.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que amaste a Dios con alegría y sin medida, enséñanos también a nosotros a vivir con el único deseo de agradarle. Ayúdanos a poner a Dios en el centro de nuestras decisiones, pensamientos y afectos. Que nada nos aparte de su amor. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 2: Devoción a la Virgen María
Lectura recomendada: Juan 19, 26-27
“Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto quería, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.”
Reflexión:
Desde su infancia, Domingo Savio sintió una profunda ternura por la Virgen María. Su amor por ella no era solo emotivo, sino una verdadera consagración de su vida. En una de sus oraciones decía con sencillez: “María, te doy mi corazón; haz que sea siempre tuyo y el de Jesús”. Esa entrega marcó su camino hacia la santidad.
Domingo acudía a María en todo momento: en la alegría, en el estudio, en la tentación, en la enfermedad. Sabía que ella era una madre presente y poderosa, siempre dispuesta a llevarlo más cerca de Jesús. Su vida demuestra que el amor a María no es un obstáculo, sino un puente seguro hacia el Corazón de Cristo.
Hoy, Santo Domingo nos invita a mirar a la Virgen con confianza. A hablarle como hijos, a invocarla con cariño, a rezar el Rosario con fe. Porque quien se pone bajo el manto de María, no se pierde.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, que viviste unido al Corazón de María, ayúdanos a confiar en ella como verdadera madre. Enséñanos a buscar su compañía cada día, a rezar con sencillez y a dejarnos guiar por su ternura hasta Jesús. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 3: Pureza del corazón
Lectura recomendada: Mateo 5, 8
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.”
Reflexión:
En un mundo lleno de distracciones, tentaciones y falsos modelos de éxito, Santo Domingo Savio supo conservar un corazón limpio y una mirada pura. No por miedo, sino por amor. Él entendía que la pureza no es solo evitar el mal, sino custodiar el alma para Dios, vivir con transparencia, actuar con rectitud y amar con sinceridad.
Domingo cuidaba sus pensamientos, sus palabras, sus amistades, su forma de comportarse. Rechazaba los chistes groseros, los juegos que ofendían a Dios, y era firme en defender lo correcto, aunque se quedara solo. Decía: “El pecado es el mayor mal del mundo”. Y para evitarlo, se apoyaba en la oración, la confesión frecuente y la ayuda de María.
Hoy, más que nunca, necesitamos jóvenes y adultos con un corazón puro, que brillen con la luz de la verdad, que amen sin dobleces y vivan con integridad. Domingo Savio nos recuerda que la pureza es posible, y que en ella se encuentra la verdadera alegría.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, intercede por nosotros para que vivamos con pureza de corazón. Ayúdanos a cuidar nuestros pensamientos y sentimientos, a alejarnos del pecado, y a buscar siempre la verdad y el amor de Dios. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 4: Obediencia y humildad
Lectura recomendada: Filipenses 2, 5-8
“Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual, siendo de condición divina, no consideró su igualdad con Dios como algo que debía aferrarse. Al contrario, se despojó de sí mismo, tomando la condición de servidor, haciéndose semejante a los hombres… y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Reflexión:
Santo Domingo Savio entendía que la obediencia no es sumisión ciega, sino una forma concreta de amar. Obedecía con alegría a sus padres, a sus maestros, a Don Bosco y sobre todo, a Dios. En su corazón no había rebeldía ni orgullo, sino la disposición humilde de quien confía en quienes lo guían por el camino del bien.
A veces creemos que ser obedientes nos hace débiles. Pero Domingo nos enseña que la verdadera grandeza está en quien se deja formar con docilidad, en quien escucha con atención y actúa con amor. Su humildad no era renuncia a la dignidad, sino un reflejo de Cristo, el Siervo humilde por excelencia.
La obediencia, vivida con humildad, nos libera del egoísmo, nos permite aprender y crecer, y nos conduce a una paz profunda. Domingo fue pequeño ante el mundo, pero grande a los ojos de Dios.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que supiste obedecer con alegría y servir con humildad, enséñanos a reconocer la voz de Dios en quienes nos rodean. Que nuestro corazón no se endurezca por el orgullo, sino que sea dócil, confiado y generoso. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 5: Amistad y alegría cristiana
Lectura recomendada: Juan 15, 12-13
“Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.”
Reflexión:
Uno de los rasgos más hermosos de Santo Domingo Savio era su capacidad de hacer amigos verdaderos. Tenía un corazón abierto, amable y generoso. Sabía escuchar, perdonar, animar, corregir con cariño y compartir con sencillez. No se burlaba de nadie, no excluía a los débiles ni buscaba sobresalir a costa de otros. Su amistad era reflejo del amor de Cristo.
Domingo entendía que la alegría verdadera no nace del egoísmo ni del éxito, sino del amor. Su vida estaba llena de risas sanas, juegos limpios, y gestos de ternura hacia los demás. Aun en medio de dificultades, mantenía el alma alegre porque vivía en la gracia de Dios.
Hoy, su ejemplo nos invita a ser amigos auténticos, a llevar luz donde hay tristeza, a vivir con un corazón sencillo y alegre. El mundo necesita más jóvenes y adultos como Domingo: con una sonrisa en el rostro y amor sincero en el alma.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que viviste la amistad como un don y la alegría como un testimonio de fe, enséñanos a ser amigos sinceros, solidarios y alegres. Ayúdanos a contagiar esperanza y a construir relaciones basadas en el amor de Dios. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 6: Amor al estudio y al deber
Lectura recomendada: Proverbios 2, 1-6
“Hijo mío, si aceptas mis palabras y atesoras mis mandamientos, prestando oído a la sabiduría y dedicando tu corazón a la inteligencia… entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría: de su boca proceden el saber y la inteligencia.”
Reflexión:
Para Santo Domingo Savio, el estudio no era una carga, sino una oportunidad para crecer, servir y glorificar a Dios. Sabía que cada tarea, por pequeña que fuera, tenía valor si se hacía con amor y responsabilidad. Su cuaderno, su libro y su pupitre eran, para él, un pequeño altar desde donde ofrecía su esfuerzo cotidiano.
Domingo era ordenado, atento, respetuoso con sus maestros, y responsable con sus deberes. No se quejaba, no perdía el tiempo ni buscaba excusas. Entendía que prepararse bien era parte de su misión y un acto de fidelidad al Señor que lo llamaba a ser luz en medio del mundo.
En tiempos donde el esfuerzo muchas veces se desvaloriza, Domingo nos recuerda que estudiar y cumplir con nuestras responsabilidades es una forma concreta de construir el Reino de Dios. Quien se entrega con amor a lo que debe hacer, crece en virtud y se acerca a la santidad.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que viviste con entusiasmo el estudio y el deber, ayúdanos a ser responsables y constantes. Enséñanos a ofrecer cada tarea como un acto de amor a Dios y de servicio a los demás. Que no nos cansemos de hacer el bien, aun en lo pequeño. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 7: Vida de oración
Lectura recomendada: 1 Tesalonicenses 5, 16-18
“Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús.”
Reflexión:
La oración era el respiro del alma de Santo Domingo Savio. Desde muy joven comprendió que no se puede amar verdaderamente a Dios sin hablar con Él. Por eso, cada día encontraba momentos para recogerse, para contemplar, para elevar su corazón a lo alto. Su oración no era fría ni mecánica, sino viva, confiada, sencilla y llena de amor.
Domingo sentía un profundo amor por la Eucaristía, centro de su vida espiritual. Participaba de la misa con devoción, pasaba largos ratos en adoración silenciosa, y recibía la comunión con alegría. El Rosario era su oración preferida: lo rezaba con fervor, meditando cada misterio con el corazón unido a la Virgen.
Su alma era, verdaderamente, un templo. Y aunque era joven, mostraba una madurez espiritual sorprendente. En su diálogo con Dios encontraba luz, consuelo, fuerza y dirección.
Hoy, en medio del ruido del mundo, Domingo nos recuerda que sin oración, nuestra vida se seca. Que orar no es perder tiempo, sino ganarlo todo. Y que todo cristiano está llamado a vivir en amistad permanente con Dios.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que viviste en constante diálogo con Dios, enséñanos a orar con humildad y perseverancia. Ayúdanos a descubrir el valor de la Eucaristía, la fuerza del Rosario y la belleza de la oración sencilla. Que en la presencia de Dios encontremos nuestra verdadera alegría. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 8: Fortaleza en el sufrimiento
Lectura recomendada: Romanos 5, 3-5
“Nos gloriamos incluso en las tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce constancia; la constancia, virtud probada; y la virtud probada, esperanza. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.”
Reflexión:
Santo Domingo Savio, aun siendo tan joven, conoció el dolor y la enfermedad. Sin embargo, lejos de quejarse o entristecerse, ofrecía sus sufrimientos con amor y paciencia, como una ofrenda unida a la cruz de Cristo. Su serenidad en medio de las pruebas mostraba la madurez de su fe y la firmeza de su confianza en Dios.
Nunca se rebeló ni se dejó vencer por la desesperanza. Al contrario, decía con sencillez: “Estoy completamente resignado a la voluntad de Dios.” Esta actitud no era resignación pasiva, sino valentía humilde y luminosa, nacida de la certeza de que todo lo que Dios permite tiene un propósito de amor.
En un mundo que muchas veces huye del sufrimiento, Domingo nos enseña a abrazarlo con fe, a encontrar en él un camino de purificación y a ofrecerlo por amor, especialmente por los pecadores, por los amigos y por los que no conocen a Dios.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que supiste encontrar fuerza en la cruz, intercede por todos los que sufren en el cuerpo o en el alma. Fortalece a quienes se sienten débiles, consuela a los afligidos y ayúdanos a ofrecer nuestras pruebas con fe y amor. Que en toda situación sepamos decir: “Señor, hágase tu voluntad”. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Día 9: Deseo de santidad
Lecturas recomendadas:
Levítico 19, 2
“Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.”
Mateo 5, 48
“Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.”
Reflexión:
Desde muy pequeño, Santo Domingo Savio se propuso un ideal que muchos consideran inalcanzable: ser santo. Pero lejos de desanimarse, comprendió que la santidad no es una meta lejana reservada para unos pocos, sino un llamado para todos. Y lo más hermoso: entendió que se puede ser santo en lo cotidiano, siendo estudiante, hijo, amigo, alegre y obediente.
Su camino de santidad no estuvo marcado por milagros espectaculares, sino por la fidelidad en lo pequeño, la entrega generosa de cada día, la pureza del corazón y el amor a Dios y a los demás. Su vida nos grita con fuerza: “¡La santidad es posible!”
Domingo Savio murió joven, pero vivió intensamente. Alcanzó en pocos años lo que muchos no logran en toda una vida: dejarse transformar por el amor de Dios. Hoy, su ejemplo nos impulsa a vivir con más propósito, a no conformarnos con la mediocridad, a luchar por ser luz en medio de la oscuridad.
Breve oración:
Santo Domingo Savio, tú que soñaste con la santidad desde niño y la alcanzaste con alegría, ayúdanos a desearla con firmeza. Enséñanos que cada día es una oportunidad para amar más, servir mejor y parecernos a Jesús. Que nuestra vida entera sea una respuesta generosa al llamado de Dios. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Gozos a Santo Domingo Savio – Novena a Santo Domingo Savio
Santo Domingo glorioso,
mensajero del Señor,
haznos puros, generosos,
y alegres en su amor.
Santo joven de pureza,
modelo de amor y fe,
guíanos con tu firmeza
por el camino del bien.
Santo Domingo glorioso,
mensajero del Señor,
haznos puros, generosos,
y alegres en su amor.
Fiel amigo de María,
de su mano caminaste,
con fervor y valentía,
al Cielo tú nos guiaste.
Santo Domingo glorioso,
mensajero del Señor,
haznos puros, generosos,
y alegres en su amor.
En la escuela y el juego,
en la oración y el deber,
viviste alegre y sincero,
deseando siempre crecer.
Santo Domingo glorioso,
mensajero del Señor,
haznos puros, generosos,
y alegres en su amor.
A los pobres y enfermos
ofrecías tu oración;
haznos también corazones
llenos de compasión.
Santo Domingo glorioso,
mensajero del Señor,
haznos puros, generosos,
y alegres en su amor.
Consagración a Santo Domingo Savio – Novena a Santo Domingo Savio
Santo Domingo Savio, joven amado de Dios, modelo de pureza, alegría y entrega, hoy me consagro a ti como tu devoto(a), con sincero deseo de seguir tu ejemplo y vivir como verdadero(a) hijo(a) del Señor.
Te pido que me enseñes a vivir con entusiasmo mi fe, a amar a Jesús con todo el corazón, a ser fiel a la Virgen María como tú lo fuiste, y a rechazar con firmeza todo lo que me aleje de Dios.
Quiero aprender de ti a ser constante en el estudio, obediente en lo que me corresponde, caritativo(a) con los demás, y puro(a) en pensamientos, palabras y acciones. Que, como tú, pueda encontrar alegría en lo sencillo y consuelo en la oración.
Acompáñame en el camino hacia la santidad, fortalece mi espíritu en las tentaciones, dame valor en las dificultades, y ayúdame a confiar siempre en la misericordia de Dios. Que mi vida entera sea una ofrenda de amor al servicio del Evangelio.
Santo Domingo Savio, llévame de la mano hacia Jesús, y no permitas que me aparte jamás de su Corazón. Amén.
Oración final para todos los días – Novena a Santo Domingo Savio
Santo Domingo Savio, intercesor de los jóvenes y protector de los corazones sinceros, ruega por nosotros. Tú que viviste con alegría el Evangelio, que supiste amar a Jesús y a María con corazón puro y generoso, enséñanos a caminar con firmeza por la senda de la santidad.
Que tu ejemplo de fe, de oración, de obediencia y amor, nos anime a seguir a Jesús con todo el corazón, sin miedo ni reservas. Ayúdanos a vivir cada día como una ofrenda a Dios, buscando el bien, rechazando el pecado y amando a los demás con alegría.
Te pedimos que nuestras oraciones durante esta novena lleguen al cielo como incienso agradable, y que nuestras vidas sean renovadas por la gracia de Dios. Que crezcamos en virtud, esperanza y entrega, y un día podamos unirnos a ti en el gozo eterno del cielo.
Santo Domingo Savio, ruega por nosotros. Amén.
Dulce madre, no te alejes. Tu vista de nosotros, no apartes. Ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes. Y ya, que nos amas tanto como verdadera madre, has que nos Bendiga que Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén