San Francisco de Borja

San Francisco de Borja: El noble que renunció al mundo para servir a Cristo

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San Francisco de Borja es una figura impactante en la historia de la Iglesia: duque, virrey, esposo, padre, viudo y finalmente sacerdote jesuita. Su vida es una sinfonía de renuncias y de fidelidad absoluta a Dios. Su historia nos demuestra que la verdadera nobleza no se encuentra en los títulos del mundo, sino en el alma que se entrega sin reservas a Cristo.

Nació el 28 de octubre de 1510 en Gandía, Valencia (España), en el seno de una de las familias más influyentes de la nobleza española. Fue bisnieto del Papa Alejandro VI y tataranieto del Rey Fernando el Católico. Desde joven estuvo rodeado de privilegios, cortes reales y grandeza humana, pero Dios tenía para él un camino muy distinto.

Una juventud brillante al servicio del Imperio

Francisco fue educado cristianamente y se distinguió por su inteligencia, cortesía y rectitud. A los 18 años fue enviado a la corte del Emperador Carlos V, donde rápidamente ganó su confianza. Se casó con doña Leonor de Castro, dama de la emperatriz Isabel, y juntos tuvieron ocho hijos, a quienes educaron en la fe.

Ocupó diversos cargos importantes: fue virrey de Cataluña, caballerizo mayor de la emperatriz y más tarde duque de Gandía, sucediendo a su padre. Francisco vivía con intensidad sus responsabilidades políticas y familiares, pero el sufrimiento, la muerte y la contemplación espiritual comenzaron a transformarlo interiormente.

La gran conmoción espiritual

Uno de los episodios más decisivos en su conversión fue la muerte de la emperatriz Isabel de Portugal en 1539. Francisco, encargado de acompañar sus restos mortales a Granada, quedó profundamente impactado al ver el cuerpo descompuesto de la mujer que en vida fue considerada símbolo de belleza y nobleza.

Fue entonces cuando pronunció aquellas palabras que cambiarían su destino:
“No más servir a señor que se me pueda morir”.

Este momento marcó un giro radical en su vida. Aunque aún no abandonó de inmediato sus responsabilidades civiles, comenzó a vivir con una nueva profundidad espiritual, intensificando su vida de oración y desapego.

Renuncia al mundo y entrada a la Compañía de Jesús

En 1546, tras la muerte de su esposa, Francisco de Borja decidió renunciar al mundo. Distribuyó sus bienes, aseguró el futuro de sus hijos, y en secreto pidió ingresar a la recién fundada Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola.

Fue ordenado sacerdote en 1551. Pese a su deseo de vivir en el retiro y en el anonimato, sus superiores le confiaron grandes responsabilidades. Se convirtió en un influyente predicador, confesor y misionero incansable, recorriendo Europa en tiempos de profunda división y crisis religiosa.

En 1565 fue elegido tercer Superior General de los jesuitas, sucediendo a Diego Laínez. Bajo su guía, la Compañía de Jesús creció enormemente, consolidando misiones, colegios y casas de formación por todo el mundo. A pesar de sus responsabilidades, conservó una humildad y una vida austera admirables.

Murió el 30 de septiembre de 1572 en Roma, entregando su alma con serenidad y gozo. Fue canonizado en 1671 por el Papa Clemente X.


¿Cuándo se celebra a San Francisco de Borja?

La fiesta de San Francisco de Borja se celebra el 3 de octubre. Esta fecha fue establecida en conmemoración de su paso al cielo y su legado como modelo de conversión, entrega y servicio evangélico. Es patrono de Gandía, protector de los jesuitas en España, y modelo para los gobernantes que buscan servir a Dios desde la justicia y la humildad.

Su vida es un faro para quienes viven en medio del poder y la responsabilidad pública, recordándoles que nada es más valioso que la salvación del alma y el amor a Cristo crucificado.


Oración profunda a San Francisco de Borja

Oh San Francisco de Borja, noble de sangre, pero aún más noble por la gracia, tú que lo dejaste todo por Cristo, ayúdanos a comprender que el alma vale más que todos los reinos del mundo.

Desde tu juventud brillante en la corte hasta tus últimos días como servidor humilde del Evangelio, fuiste testigo del poder transformador del amor de Dios. Intercede por nosotros, los que aún luchamos entre las vanidades del mundo y el llamado divino.

Enséñanos a renunciar con valentía, a confiar con entereza y a servir con alegría. En las decisiones difíciles, ilumínanos. En las pruebas, fortalécenos. En la oración, acompáñanos.

Que tu ejemplo nos mueva a buscar la verdadera riqueza: la voluntad de Dios. Y que al final de nuestra jornada podamos, como tú, decir: “No más servir a señor que se me pueda morir”.

San Francisco de Borja, ruega por nosotros. Amén.

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