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Emociones al descubierto, ¿cómo reconocerlas y aprender a vivir mejor con ellas?

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“No es que las emociones sean inteligentes o no; es que la verdadera inteligencia se demuestra en cómo las manejamos.” — Daniel Goleman, Inteligencia emocional (1995)

Todos sentimos: el miedo que alerta nuestro cuerpo, la alegría que nos impulsa, la tristeza que nos frena o el enojo que nos enciende. Sin embargo, casi nunca nos detenemos a pensar qué significan esas emociones que experimentamos y cómo influyen en la salud de nuestra mente.

En el artículo anterior abrimos el camino hablando de qué es la salud mental. Hoy damos un paso más en esta ruta de aprendizaje: comprender nuestras emociones. Reconocer lo que nuestro cuerpo experimenta es más que necesario, porque al hacerlo podemos gestionarlas y así no solo mejoramos nuestro bienestar, sino que también vivimos con mayor equilibrio y nos relacionamos mejor con quienes nos rodean.

¿Qué son las emociones?

 Las emociones, son respuestas automáticas que se activan en nuestro cuerpo y mente cuando algo nos impacta, como lo es estar en peligro, una sorpresa, una pérdida o una buena noticia. Estas funcionan como señales internas que nos preparan para actuar.

¿Cómo así?, por ejemplo, el miedo en nosotros aumenta el ritmo cardiaco para que podamos huir o en su defecto poder defendernos.

Por ejemplo, la tristeza, cuando terminamos una relación o tenemos una discusión, nos invade una sensación de vacío y falta de energía, donde incluso se pierde la motivación y las ganas de hacer cosas que normalmente disfrutamos.

Hay que tener en cuenta que todas, absolutamente todas las emociones son válidas, no hay emociones “buenas o malas”.

Las emociones básicas que todos compartimos

Los especialistas identifican seis emociones universales presentes en todas las culturas.

  1. Miedo: Este nos alerta y protege ante un peligro.
  2. Sorpresa: Nos ayuda a adaptarnos a lo inesperado.
  3. Ira: Nos impulsa a defendernos o cambiar una situación injusta.
  4. Aversión: Nos aleja de lo que consideramos dañino o nos incomoda.
  5. Alegría: Nos conecta con el bienestar y refuerza nuestros vínculos.
  6. Tristeza: Función de pedir ayuda, nos motiva hacia una reintegración personal.

Hay que tener en cuenta que, aunque estas emociones sean universales, la experiencia de cada persona es diferente y única. Para algunos, por ejemplo, la ira se manifiesta en gritos, mientras que para otro es en silencio.

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Fuente: Pixabay

¿Por qué es importante reconocerlas?

Poder identificar lo que sentimos es el primer paso para poder regularlo (controlarlo). Cuando no somos consientes de nuestras emociones, ellas nos controlan a nosotros.

  • El estrés acumulado, si no se gestiona puede convertirse en ansiedad.
  • El enojo mal gestionado puede afectar negativamente nuestras relaciones.
  • La tristeza ignorada puede derivar en depresión.

En cambio, cuando reconocemos lo que sentimos, desarrollamos inteligencia emocional: la capacidad de comprender nuestras emociones y actuar de manera adecuada. Esto nos permite resolver problemas con más calma, tomar mejores decisiones y fortalecer nuestras relaciones

Estrategias para comenzar a gestionar las emociones

Existen técnicas sencillas que puedes aplicar en tu día a día, aunque esto puede variar en base a la necesidad de cada persona y su personalidad.

  1. Nómbrala: decir en voz alta “estoy enojado” o “me siento ansiosa” ayuda a tomar distancia. Al nombrar la emoción dejamos de ser absorbidos por ella y comenzamos a observarla. Ya no eres “Soy la ira”, sino “Estoy sintiendo ira”.
  2. Exprésala: escribe en un cuaderno lo que sientes, ponle nombre y descríbelo. Puedes guardarlo para reflexionar después o romper la hoja como símbolo de soltar la emoción. También funciona hablar con alguien de confianza o realizar actividad física.
  3. Respira y pausa: respirar profundamente antes de responder al estímulo que nos provocó la emoción puede ayudar a evitar un conflicto y recuperar el control.
  4. Busca tu espacio: un lugar tranquilo, la compañía de alguien que sea tu refugio, una caminata al aire libre o escuchar música pueden ayudarte a regular la intensidad emocional.
  5. Cuida lo básico: dormir bien, alimentarte de manera equilibrada y mantener rutinas saludables son la base para manejar las emociones del día a día.

Mensaje para ti:

Quiero que tengas presente que tus emociones no son una definición de quién eres. No eres tú tristeza, no eres tú enojo, no eres tú miedo. Eres mucho más grande que lo que hoy atraviesas.

Las emociones son visitantes: llegan, te dejan un mensaje y se van. Pero si alguna se queda demasiado tiempo —como la tristeza, el miedo o el enojo— es porque aún no hemos atendido su mensaje. Esa permanencia es una señal de que necesitamos cuidarnos más y pedir ayuda está bien, al igual que realizar cambios en nuestra vida.

Lo único que debe ser permanente eres tú: con tu valor, tu esencia y tu capacidad de levantarte cada vez. Abrázalas, pero no te confundas: tú eres quien las siente y quien decide cómo actuar, no lo que ellas dicen que eres.

“Deseo amarme, con las cicatrices que tengo. No es perfecto, pero es hermoso.” — BTS

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