Cómo cultivar una mentalidad positiva sin caer en la “tiranía del optimismo”
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Nos han repetido que “pensar en positivo” es la clave de la felicidad. Que si sonríes lo suficiente, el universo conspirará a tu favor. Pero, ¿qué pasa cuando no puedes? Cuando la tristeza, el cansancio o la incertidumbre se instalan y el “todo va a salir bien” suena vacío. ¿Realmente es posible cultivar una mentalidad positiva?
La mentalidad positiva auténtica no consiste en negar lo que duele, sino en aprender a convivir con ello sin rendirle el control. Este artículo es una invitación a soltar la obligación de ser feliz y abrazar, en su lugar, una forma más madura, realista y poderosa de esperanza.
El espejo de Marta
Marta era una mujer siempre sonriente. Su cuenta de Instagram parecía un catálogo de bienestar: frases motivadoras, cafés perfectos y atardeceres de postal.
Pero, detrás de esa fachada, la ansiedad la acompañaba cada noche. Le daba miedo mostrarse vulnerable, convencida de que “si pienso en cosas malas, las atraeré”.
Un día, su terapeuta le dijo algo que la desarmó:
—Marta, no necesitas pensar siempre en positivo. Solo necesitas dejar de luchar contra lo que sientes.
Esa frase fue el inicio de su transformación. Por primera vez, se permitió llorar sin culpa, decir “no estoy bien” sin justificarse y reír de verdad, no por obligación.
Descubrió que la serenidad no nace del control, sino de la aceptación.
El lado oscuro del optimismo
Svend Brinkmann, en Sé tú mismo, advierte sobre la “tiranía del pensamiento positivo”: una cultura que nos exige estar bien todo el tiempo.
Este optimismo forzado, aunque suene inspirador, puede volverse una cárcel emocional: negamos la tristeza, minimizamos el dolor y terminamos sintiéndonos culpables por no ser felices.
Rafael Santandreu, en El arte de no amargarse la vida, propone una alternativa más sana: el realismo esperanzado. No se trata de negar la dificultad, sino de entender que “nada es terrible” y que podemos enfrentar cualquier situación con serenidad y flexibilidad mental.
Wayne Dyer, por su parte, recordaba que “no atraes lo que deseas, sino lo que eres”. La verdadera positividad no nace de repetir mantras vacíos, sino de transformar la vibración interna con conciencia, gratitud y propósito.
Claves para una mentalidad positiva —real—
1. Acepta la emoción antes de transformarla
El primer paso para pensar en positivo es permitirte pensar en negativo.
La represión emocional genera más ansiedad. Observa tus pensamientos sin juzgarlos y recuerda: no eres lo que piensas, eres quien los observa.
2. Cambia el “por qué” por el “para qué”
La PNL propone reformular el lenguaje para cambiar la experiencia.
No te preguntes “¿por qué me pasa esto?”, sino “¿para qué podría servirme esto?”.
Esa simple pregunta abre la puerta al aprendizaje.
3. Gratitud consciente, no automática
Anotar tres cosas buenas cada día es útil… si lo haces con presencia.
No escribas “mi familia” o “mi trabajo” por inercia. Busca detalles pequeños: el olor del pan, una conversación honesta, una canción que te reconectó.
4. La pausa estoica
Como enseña Ryan Holiday en El ego es el enemigo, la humildad y la sobriedad mental son las bases del equilibrio.
Antes de reaccionar, respira. Pregúntate: “¿Esto depende de mí?”.
Si la respuesta es no, suéltalo. Si la respuesta es sí, actúa con calma.
5. Rodearte de autenticidad
Las personas que no necesitan aparentar alegría constante son las que más paz transmiten.
Rodéate de quienes te permiten ser tú, incluso en tus días grises.
6. Repite esta frase cada mañana
“Hoy elijo ser real, no perfecto.”
Ese mantra no busca felicidad instantánea, sino coherencia emocional.
Equilibrio entre luz y sombra
Francisco Alcaide, en Aprendiendo de los mejores, recuerda que quienes alcanzan sabiduría no lo hacen desde la euforia, sino desde la disciplina interior.
Y esa disciplina consiste en ver el vaso medio lleno sin negar que está medio vacío.
La mente positiva no niega la oscuridad: enciende una vela y aprende a caminar con ella.
La serenidad es el nuevo optimismo
No se trata de pensar que “todo irá bien”, sino de saber que, pase lo que pase, tú estarás bien.
Esa es la verdadera fortaleza.
La positividad madura no vive en frases, vive en la práctica diaria de aceptar, aprender y avanzar.
Cultivar una mentalidad positiva es, en el fondo, un acto de amor hacia ti mismo.
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