San Benito, protector contra las tentaciones y los maleficios

San Benito de Nursia fue un santo que vivió entre los siglos V y VI, y que es considerado el padre del monacato occidental. Fundó la orden de los benedictinos, basada en una regla que buscaba el equilibrio entre la oración, el trabajo y el estudio. Su vida estuvo marcada por la lucha contra el mal y la tentación, y por la realización de numerosos milagros. ¡San Benito contra los maleficios!

Se enfrentó al demonio en varias ocasiones, y siempre salió victorioso gracias a su fe y a la señal de la cruz. Por ejemplo, logró romper un vaso envenenado, mover una piedra enorme que impedía la construcción de un monasterio, exorcizar a un hombre poseído, resucitar a un niño muerto y salvar a un monje de ahogarse. También tuvo el don de leer los pensamientos y los corazones de sus discípulos, y de predecir el futuro.

Protector potente

Contra los maleficios es venerado como un poderoso protector contra el mal y la tentación, y su medalla y su cruz son sacramentales muy usados por los fieles. La medalla tiene grabadas unas letras que corresponden a las iniciales de unas frases en latín que invocan la intercesión del santo y su rechazo al maligno. La cruz tiene inscrita la misma oración que San Benito pronunció al hacer añicos el vaso envenenado: «Crux sacra sit mihi lux, non draco sit mihi dux» (La cruz santa sea mi luz, no sea el dragón mi guía).

San Benito es también el patrón de Europa, por su influencia en la cultura y la espiritualidad del continente. Su fiesta se celebra el 11 de julio, y en ese día se puede obtener la indulgencia plenaria si se cumplen las condiciones habituales. San Benito nos enseña a confiar en Dios, a buscar su voluntad y a resistir al mal con la fuerza de la cruz.

Oración a San Benito contra los maleficios

Glorioso San Benito, modelo sublime de virtud, vaso puro de la gracia de Dios, que por el signo de la santa cruz hiciste huir a los demonios, liberaste a los cautivos y curaste a los enfermos, te suplico, lleno de confianza en tu poderosa intercesión, que me asistas en todas mis necesidades y tribulaciones, tanto espirituales como temporales, y que me protejas de todo mal y de toda adversidad.

Alcánzame la gracia de amar y servir a Dios con todo mi corazón, de cumplir fielmente sus mandamientos, de imitar tus virtudes y de seguir tu ejemplo de santidad. Y tú, que has sido llamado el patriarca de los monjes y el legislador de la vida religiosa, ruega por todos los que se han consagrado a Dios en el estado monástico, para que perseveren en su vocación, observen fielmente su regla y progresen en el camino de la perfección.

Amén.

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