Santa Francisca Javiera Cabrini
Santa Francisca Javiera Cabrini, también conocida como Madre Cabrini, fue una mujer frágil de cuerpo pero gigante en espíritu. Italiana de nacimiento y estadounidense por misión, dedicó su vida al servicio de los más olvidados: inmigrantes, huérfanos, enfermos, pobres y mujeres desamparadas, especialmente entre la población italiana de América.
Fundadora de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, fue incansable en la construcción de hospitales, escuelas, orfanatos y centros de caridad en múltiples países. Fue una misionera de corazón ardiente y de acción firme, y es recordada como patrona de los inmigrantes, un faro de esperanza para quienes buscan una tierra mejor.
Infancia y vocación
Francisca nació el 15 de julio de 1850 en Sant’Angelo Lodigiano, un pequeño pueblo del norte de Italia, en el seno de una familia campesina profundamente cristiana. Desde pequeña se sintió atraída por las historias de los misioneros, en especial por las vidas de los santos que iban a tierras lejanas a anunciar el Evangelio.
De carácter tímido pero muy decidida, soñaba con ir a China como misionera. A los 18 años solicitó entrar en un convento, pero fue rechazada debido a su salud frágil. Esto no apagó su deseo: al contrario, lo fortaleció.
En 1877, fue finalmente admitida en una congregación y profesó votos religiosos. Pronto, por su talento y espíritu, fue llamada a dirigir un orfanato. De ahí surgió la inspiración para fundar su propia congregación, y así nacieron, en 1880, las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, en Codogno, Italia.
Misionera… hacia el oeste
Aunque deseaba ir al Lejano Oriente, el Papa León XIII, al conocerla, le dijo una frase que marcó su vida:
“No al Oriente, sino al Occidente… a los Estados Unidos.”
En ese tiempo, millones de inmigrantes italianos llegaban a América, especialmente a Nueva York, escapando del hambre y la miseria. Allí, sin hablar inglés, sin apoyo político, sin recursos, sufrían discriminación y pobreza extrema.
Francisca obedeció y cruzó el Atlántico en 1889, junto con algunas hermanas, para comenzar su labor en Estados Unidos. Fue el inicio de una epopeya misionera extraordinaria.
Obra misionera y fundaciones
A lo largo de su vida, Santa Francisca Cabrini fundó más de 67 instituciones: hospitales, escuelas, orfanatos, conventos, centros de formación, casas de acogida para mujeres y obras de caridad en Estados Unidos, América Latina y Europa.
Nueva York, Chicago, Nueva Orleans, Denver, San Francisco, Buenos Aires, Río de Janeiro, Londres, Madrid… su labor se extendió con una eficacia impresionante. A pesar de su salud frágil, viajaba constantemente, en barco, tren, carruaje o a pie, para abrir nuevas casas y responder a las necesidades urgentes de la Iglesia.
Madre Cabrini enseñaba a sus religiosas a vivir con disciplina, alegría, fe y amor por los pobres. Ella misma trabajaba incansablemente, escribía cartas, pedía donativos, visitaba enfermos, daba clases y se mantenía unida al Corazón de Jesús a través de la oración constante.
Fue una gran promotora de la devoción al Sagrado Corazón, que veía como fuente inagotable de amor, reparación y consuelo para un mundo herido.
Mujer fuerte y santa
Santa Francisca Cabrini fue una mujer fuerte en un tiempo que no valoraba el liderazgo femenino, especialmente en el ámbito eclesial. Supo ganar el respeto de obispos, autoridades civiles y empresarios, sin perder nunca su sencillez ni su humildad. Afrontó prejuicios, enfermedades, calumnias, pobreza, burocracia y agotamiento físico, sin dejar que nada la apartara de su misión.
Tenía un don especial para la organización, la educación y la administración, pero sobre todo, una fe ardiente y un corazón maternal que la hacía cercana a todos. Donde veía sufrimiento, veía a Cristo.
Muerte y canonización
Santa Francisca Cabrini murió el 22 de diciembre de 1917, en Chicago, a los 67 años, después de una vida totalmente entregada a los demás. Su cuerpo fue enterrado en Nueva York y luego trasladado a la chapelle Cabrini Shrine, donde se venera hasta hoy.
Fue canonizada en 1946 por el Papa Pío XII, siendo la primera ciudadana estadounidense canonizada oficialmente. En 1950, el mismo Papa la proclamó Patrona de los Inmigrantes, título que hoy resuena con más fuerza que nunca.
Fiesta litúrgica
La Iglesia celebra su memoria el 22 de diciembre, aniversario de su entrada en el Cielo. Su fiesta es un llamado a la misericordia activa, a la misión universal de la Iglesia, y a la defensa de la dignidad de los migrantes y refugiados, que hoy siguen clamando por acogida, justicia y esperanza.
Es modelo para religiosas, educadores, agentes pastorales y todos los que trabajan en las periferias del mundo.
Oración profunda a Santa Francisca Javiera Cabrini
Oh Santa Francisca Cabrini,
misionera del Sagrado Corazón,
madre de los pobres y consuelo de los sin patria,
tú que cruzaste océanos para llevar el amor de Cristo
a los olvidados de este mundo,
intercede por nosotros ante el Corazón traspasado del Redentor.
Tú que no temiste la fatiga,
ni el desprecio, ni la soledad,
enséñanos a vivir nuestra fe con obras,
a confiar en la Providencia
y a servir con alegría en medio del dolor ajeno.
Ruega por los migrantes,
por las madres que buscan alimento para sus hijos,
por los niños abandonados,
por los que son rechazados por su raza, lengua o pobreza.
Enséñanos a ver a Cristo en cada rostro herido,
a acoger al forastero como a un hermano,
y a construir un mundo donde la caridad
sea más fuerte que la frontera.
Santa Francisca Cabrini,
haznos misioneros del Corazón de Jesús,
valientes en la acción,
humildes en el corazón,
y ardientes en el amor.
Amén.