San Pablo de la Cruz

San Pablo de la Cruz: El apóstol del Crucificado y padre de los pasionistas

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San Pablo de la Cruz es uno de los grandes místicos y predicadores del siglo XVIII. Fundador de los pasionistas, su vida estuvo marcada por una intensa contemplación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que él consideraba “la obra más grande del amor de Dios”. Su misión fue encender el fuego del amor a Cristo crucificado en todos los corazones, especialmente en los más fríos y endurecidos por el pecado.

Llamado por Dios a unir oración y acción, predicación y penitencia, fundó una familia religiosa consagrada a meditar y anunciar la Pasión del Señor como camino de conversión, santidad y redención.


Infancia y llamada interior

Pablo Danei nació el 3 de enero de 1694 en Ovada, cerca de Génova (Italia), en el seno de una familia cristiana de profundas raíces religiosas. Desde joven, mostró una gran sensibilidad espiritual y una inclinación natural a la oración, el silencio y la penitencia. A los 15 años ya vivía como ermitaño en su propia casa, dedicando horas enteras a la contemplación del Crucificado.

A los 26 años, tras una profunda experiencia espiritual, sintió que Dios le llamaba a fundar una nueva congregación religiosa que tuviera como centro la memoria viva de la Pasión de Cristo. Recibió una túnica negra en una visión mística, con un emblema en el pecho con el corazón y la cruz: sería el hábito de los pasionistas.


Fundación de la Congregación de la Pasión

Con la aprobación del obispo de Alejandría, y más adelante del Papa Benedicto XIV, Pablo fundó en 1720 la Congregación de la Pasión de Jesucristo, conocida como los pasionistas, una orden dedicada a vivir y predicar la Pasión del Señor como fuente de gracia, conversión y consuelo.

Los pasionistas combinaban la vida contemplativa con una intensa misión apostólica. Sus miembros hacían votos de pobreza, castidad, obediencia, y un voto especial de promover la memoria de la Pasión de Cristo, especialmente a través de misiones populares, retiros y acompañamiento espiritual.

San Pablo de la Cruz predicó incansablemente durante más de 50 años por toda Italia. Su predicación era poderosa, llena de fuego interior, lágrimas y conversión. Los pecadores más empedernidos caían de rodillas, conmovidos por el amor de Cristo que él les transmitía.


Místico, confesor y director de almas

San Pablo de la Cruz fue también un alma profundamente mística. Vivía largos momentos de oración, éxtasis y contemplación. Dormía pocas horas, ayunaba severamente y ofrecía sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.

Muchos santos, sacerdotes y laicos acudían a él en busca de dirección espiritual. Su fama de santidad se extendió por toda Italia. Su rostro, marcado por el dolor y la dulzura del crucificado, hablaba más que sus palabras.

A pesar de sus múltiples enfermedades, nunca abandonó la cruz. La abrazó con amor, y en ella encontró la paz más pura.


Muerte y canonización

San Pablo de la Cruz murió el 18 de octubre de 1775 en Roma, en el convento de los pasionistas cerca de la Basílica de los Santos Juan y Pablo, donde descansan sus restos. Su último suspiro fue un acto de amor al Crucificado que tanto amó y predicó.

Fue canonizado en 1867 por el Papa Pío IX, quien también era devoto de su espiritualidad. Hoy su legado vive en miles de misioneros pasionistas que siguen anunciando al mundo que el amor de Dios se revela en la Cruz.


¿Cuándo se celebra a San Pablo de la Cruz?

La Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Pablo de la Cruz el 19 de octubre (anteriormente el 28), como testimonio de su vida entregada a la contemplación y anuncio de la Pasión de Cristo. Es patrono de los misioneros pasionistas, de los predicadores de la cruz, y de los que sufren espiritualmente.


Oración profunda a San Pablo de la Cruz

San Pablo de la Cruz, siervo fiel del Crucificado, llama ardiente del amor divino, tú que contemplaste las llagas de Cristo como un libro abierto de amor eterno, enséñanos a mirar la cruz no como castigo, sino como triunfo del amor de Dios por cada alma.

Tú que abrazaste el dolor con gozo, intercede por los que sufren sin sentido, por los que están solos, por los que han perdido la fe. Ayúdanos a descubrir en la Pasión del Señor el camino de la esperanza, la redención de nuestras heridas y la fuente de la vida nueva.

Ruega por los predicadores del Evangelio, para que hablen con fuego y verdad. Ruega por los religiosos y religiosas, para que no teman la cruz. Ruega por nosotros, para que no huyamos del amor exigente de Jesús, sino que entremos con Él en la gloria por el camino del Calvario.

San Pablo de la Cruz, apóstol del Crucificado, ruega por nosotros. Amén.

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